viernes, 27 de junio de 2008

El mundo como supermercado.

Entrevista con Jean-Yves Jouannais
Y Christophe Duchatelet

“…
¿Puedes hablarnos de esa teoría sociológica según la cual a la lucha por el éxito social propia del capitalismo se suma una lucha mas brutal, mas desleal, en este caso de signo sexual?

Es muy sencillo. Las sociedades animales y humanas establecen diversos sistemas de diferenciación jerárquica, que pueden basarse en el nacimiento (sistema aristocrático), la fortuna , la belleza, la fuerza física, la inteligencia, el talento,… por otra parte, todos estos criterios me parecen igualmente despreciables y los rechazo; la única superioridad que reconozco es la bondad. Actualmente nos movemos en un sistema de dos dimensiones: la atracción erótica y el dinero. El resto, la felicidad e infelicidad de la gente, se deriva de ahí. Para mi no se trata en absoluto de una teoría: es cierto que vivimos en una sociedad simple, así que estas pocas frases bastan para dar una descripción completa.
…”
Aproximaciones al desarraigo.

…no solo vivimos en una economía de mercado, sino, de forma mas general, en una sociedad de mercado, es decir, en un espacio de civilización donde el conjunto de las relaciones humanas, así como el conjunto de las relaciones del hombre con el mundo, esta mediatizado por un calculo numérico simple donde intervienen el atractivo, la novedad y la relación calidad-precio.
Esta lógica, que abarca tanto las relaciones eróticas, amorosas o profesionales como los comportamientos de compra propiamente dichos, trata de facilitar la instauración múltiple de tratos relacionales renovados con rapidez (entre consumidores y productos, entre empleados y empresas, entre amantes), para así promover una fluidez consumista basada en una ética de la responsabilidad, de la transparencia y de la libertad de elección…
Móviles, dispuestos a la transformación, disponibles, los empleados modernos sufren un proceso análogo de despersonalización. Las técnicas de aprendizaje del cambio popularizadas por los talleres New age se proponen crear individuos infinitamente mutables, desprovistos de cualquier rigidez intelectual o emocional.
Liberado de los estorbos constituidos por las adhesiones, las fidelidades, los códigos de comportamiento estrictos, el individuo moderno podría ocupar su lugar en un sistema de transacciones generalizadas en el cual es posible atribuirle, de forma univoca y sin ambigüedad, un valor de cambio.

El mundo como supermercado y como burla.

… La lógica del supermercado induce forzosamente a la dispersión de los sentidos; el hombre de supermercado no puede ser, orgánicamente, un hombre de voluntad única, de un solo deseo. De ahí viene cierta depresión del querer en el hombre contemporáneo; no es que los individuos deseen menos; al contrario, desean cada vez mas; pero sus deseos se han teñido de algo llamativo y chillón; sin ser puros simulacros, son en gran parte un producto de decisiones externas que podemos llamar, en sentido amplio, publicitarias. No hay nada en esos deseos que evoque la fuerza orgánica y total, tercamente empeñada en su cumplimiento, que sugiere la palabra “voluntad”. De ahí se deriva cierta falta de personalidad, perceptible en todos los seres humanos.

Entrevista con Sabine Audrerie


¿Podríamos calificar de “maldito” al poeta actual?

Es mucho peor. La poesía es una actividad completamente desesperada. Mucha gente siente necesidad de escribir poemas en el curso de su vida; pero ya nadie los lee; La idea de que la poesía es algo forzosamente aburrido ha echado raíces; y la canción solo colma en parte la necesidad poética.

Los cambios en las relaciones y la condición de hombres y mujeres repercute en sus textos. A menudo, de forma dolorosa.
¿Qué le sugiere el verso de Aragón “El futuro del hombre es la mujer”?

Lo que se dio en llamar “la liberación de la mujer” les convenía mas a los hombres, que veían en ella la posibilidad de multiplicar los encuentros sexuales. Después vinieron la disolución de la pareja y la familia, es decir, de las ultimas comunidades que separaban al hombre del mercado. Creo que, en general, es una catástrofe humana; pero vuelven a ser las mujeres las que salen perdiendo. En la situación tradicional, el hombre se movía en un mundo mas libre y mas abierto que la mujer; o sea, en un mundo mas duro, competitivo, egoísta y violento. Los valores femeninos clásicos estaban impregnados de altruismo, amor, compasión, fidelidad y dulzura."

Michel Houellebecq. El mundo como supermercado.

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